un piercing en la nariz.
La guitarra en la espalda,
con paso ligero
se dirige al metro de Madrid.
En su rincón de siempre
se dispone a tocar.
Tiene su sitio...
por el que tuvo que pelear.
Son muchos los que intentan sobrevivir...
Comer para vivir y
tocar por necesidad...
Aunque no hay nada en el mundo
que le haga más feliz.
La guitarra cobra vida
en cuanto sus manos
la comienzan a acariciar.
Entre carrera y carrera
siempre hay quién
se para a escuchar.
Toca como nadie
pero su aspecto...
no invita a confiar.
(Piensan todos esos
que su pobre cabeza
no da para más.)
Eso a él no le importa
si unas monedas
le han de soltar...
Sólo hay alguien
que le hace suspirar
Cada día, a la cinco y diez
baja del tren número tres.
Libro en mano,
mirada desafiante
y una sonrisa...
que le hace enloquecer.
Una sonrisa ...
que cada tarde
le dedica... a él.
Durante cinco minutos
no hay nadie más en el andén...
Ella, la guitarra... y él.
Después...
Un canción tras otra
y sí ha habido suerte,
algo para comer...
Eva Hernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario