Espero tu llamada, como espero la lluvia tímida, esa que me acaricia con cada gota y después parece irse, prometiendo volver cualquier tarde, a ninguna hora.
Así te espero... sólo por el placer de saber que vendrás.
Por la magnitud del sueño no cumplido, y que se cumplirá...
Por lo que yo sé y tú ignoras,
Por lo que tú callas y yo pregono a los cuatro vientos, sin siquiera alzar la voz.
Te espero entre espinas y algodones,
en orillas que se aproximan, sin escuchar rumores.
En otoños disfrazados;
en nubes preñadas de colores.
Eva Hernández
lunes, 22 de octubre de 2018
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