La dureza de su fragilidad
talló mi personalidad
sin cincel.
A golpe de besos,
abrazos y risas...
Con la música de sus consejos
y la danza de su zapatilla.
Los mejores momentos:
en sus brazos
Los peores se marchitaron en su pecho.
Aliento que rompe el hielo
no hay palabra callada...
ni sentimiento sin gesto.
Te pienso noche y día
eres de todos
y sólo mía.
Eva Hernández