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lunes, 6 de abril de 2020

Camino sin dar ni un solo paso
recorro lo que recuerdo...
quiero volver a ser esa trenza que danzaba en los años en que mi madre me tejia,
cuando no llovia sola,
cuando no me ahogaba,
porque no había suficientes profundidades.
Ahora me ahogo en orillas,
en mieles que pretenden ser dulces,
en currículums plasmados en cuartillas...
con fotos que no siento mías.
Ya no tengo trenza,
y los vaivenes ya no suenan como el traqueteo de aquel tren,
siempre encuentro,
jamás despedida.
Ahora un sofá,
sólo es eso, una unidad de medida:
del cansancio,
de la dichosa rutina.
Camino inventando azules
y vientos favorables...
Trenzando vidas que se me antojan ajenas.
Soñando flores en paredes desvaidas.
Hilando descosidos a lunas traviesas y distraídas.

Eva Hernández




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