Me dicen que prescinda de adjetivos.
Verbo y sustantivo,
descarnados, sin pétalos.
¿Por qué ignorar el reflejo plata de la luna bañando mi lujurioso pecho?
Debo conformarme con vasos vacíos, con la ausencia de cristalinas y puras aguas.
Con silencios mudos, sin mansos recuerdos, ni obscenos pensamientos.
Debo olvidar los tonos, que dan sentido a mi alegría y regocijo a mis penas...
Desatender coquetas estrellas, vestidas para enamorar a la oscura noche.
Comprometerme a bajar la vista ante el perfume de hojas secas...
Pasar de largo, al cruzarme con una incipiente y fresca primavera.
¿Por qué reducir a grises cenizas, las ávidas llamas, que laten aquí dentro, en esta hambrienta hoguera?
Eva Hernández
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