Dormitan todos los sueños
entre espinos y piedras angulares.
De valentia y mucho corazón ha de vestirse para poderlos alcanzar...
Un Dios y mil rezos,
unas alas paridas de lamentos,
el azul del viento, mudo
y el sereno caminar.
Desnuda, desechando disfraces.
Un rosario de lágrimas...
convertido en altar.
No hiere, si no duele,
no hay calma, sin mar en tempestad.
Eva Hernández
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