Siento el balanceo,
y la dulce melodía.
El frío en la mejilla...
La alegría que en el pelo se me enrosca.
El cielo que casi me toca...
Una nube en la boca;
antes de atardecer.
Es la memoria que rebusca entre un revoltijo de hojas...
A una niña
que se negaba a crecer.
El alboroto y la algarabía
no impiden la melancolía...
al recrear el ayer.
Eva Hernández
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