Se vuelven apagar las luces...
Se encienden todos los silencios:
Los que atormentam de puro negros,
los rojos que estallan como truenos.
Los de sal y sangre...
Los que no callan, a pesar del miedo.
Hoy la oscuridad no es cobijo,
no es cuna de besos...
Es una veleta desorientada,
llorando el réquiem
que recita el viento.
Eva Hernández
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