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domingo, 20 de noviembre de 2016

El viento arrastra  las sombras; me fabrica un paraguas.

Etérea me elevo, 
sobre pies húmedos
Y casas añoradas.

El caos abandona el pecho...
Ni lastre, ni almohada.

Mi nombre olvidado
se abre paso
entre millones de palabras.

Entre tanto
acompaso la respiración
con el rugir de las entrañas.

Casi ya no escucho las voces
que me agrietan la mirada...

Son lágrimas de alegría; acaso no ves como bailan.

Eva Hernández


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