De silencio de relojes
y de vagas humedades.
Noche que no se altera
A pesar del revuelo de sábanas...
Por las esquinas y las esquirlas
Entre suspiros y ramas...
Sin correr se marcha.
Deja:
Huesos a remojo
Sudores de plata...
De dos pinzas,
espabilando fantasma...
Se orea al alba.
Eva Hernández
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