En una jaula dorada
se halla el alma callada.
La música del momento
los ruidos del silencio...
Un rápido descenso a la oscuridad.
Entre almohadones de plumas
y vestidos de felicidad.
La sangre no acude a la herida...
simulando que así no está.
Congojas y suspiros
viajan escondidos entre risas y bromas.
Late, late más a prisa corazón,
que no te puedan encontrar.
A no ser, que te asomes a su mirada...
A no ser, que a besos una lagrima puedas retirar.
A no ser, que te subas a su sonrisa
y mires la estela que va dejando atrás...
Eva Hernández
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